El único sonido que rompía el silencio impregnado de humedad era el chapoteo ocasional de un pez o el siseo de un cocodrilo.
Dios llevaba un buen rato acostado en el barro. No estaba muy seguro de cómo había llegado allí o de por qué la mitad de su túnica había desaparecido y la otra mitad estaba chamuscada y ennegrecida. Recordaba vagamente un ruido ensordecedor y una sensación de extremada velocidad que había coincidido de forma inexplicable con el estar totalmente inmóvil, y de momento no necesitaba respuestas. Las respuestas siempre implicaban preguntas, y las preguntas nunca habían llevado a nadie a ningún lugar digno de ser visitado. Las preguntas sólo servían para meterse en líos. El fresco abrazo del barro era muy relajante, y Dios estaba seguro de que podría pasar algún tiempo sin prestar atención a nada salvo a esa sensación tan agradable.
El sol fue bajando hacia el horizonte. Unos cuantos merodeadores nocturnos se acercaron a Dios, y alguna clase de instinto animal les hizo decidir que una pierna tan flaca no compensaría todos los problemas que iban a tener si se la arrancaban de un mordisco.
El sol volvió a asomar en el cielo. Las garzas lanzaron graznidos que parecían bocinazos. Las hilachas de niebla se fueron desenrollando entre las lagunas y se consumieron lentamente a medida que el color del cielo iba pasando del azul al bronce recién enfriado.
Y el tiempo fue transcurriendo en la más maravillosa y tranquila falla de acontecimientos que Dios había conocido en toda su larguísima existencia, hasta que un ruido muy extraño agarró al silencio y le hizo el equivalente de cortarlo en trocitos con un cuchillo oxidado.
El ruido resultaba curiosamente parecido al que podría producir un asno mientras lo convenían en rebanadas con una sierra mecánica. Comparado con una melodía era… bueno, era como comparar una carrera de motos con un xilófono bien manejado, pero cuando otras voces similares aunque distintas se unieron a él en una amplia variedad de tonos medio quebrados y notas dislocadas Dios descubrió que el efecto global resultaba curiosamente atractivo. Tenía gancho. De hecho, poseía lo que sólo puede definirse como una extraña capacidad succionante.
El ruido llegó a una meseta, una nota purísima compuesta por una sucesión de discordancias, y las voces se separaron las unas de las otras moviéndose cada una a lo largo de su propio vector durante una fracción de segundo…
Hubo un agitarse del aire, un fugaz parpadeo del sol.
Y una docena de camellos se recortó sobre la cima de una colina distante, y una docena de cuerpos flacos y cubiertos de polvo echaron a correr hacia el agua. Los cañaverales dejaron escapar una erupción de aves. Los saurios reptaron sobre los bancos de arena y se esfumaron lo más deprisa posible. Un minuto después la orilla se había convertido en una masa de barro pisoteado, y las criaturas de rodillas nudosas se empujaban y se peleaban para meter el hocico en el agua.
Dios se irguió y vio su báculo en el fango. El báculo estaba un poquito chamuscado, pero seguía entero y Dios se percató de algo que nunca le había llamado la atención antes. ¿Antes? ¿Es que había existido un antes? No estaba demasiado seguro, pero de lo que no cabía duda era de que había existido un sueño, o algo muy parecido a un sueño…
Cada serpiente tenía la cola metida en la boca.
Una silueta bajita y morena seguida por su maltrecha familia empezó a bajar por la pendiente de la colina yendo hacia los camellos. La silueta blandía un aguijón para controlar camellos, parecía tener mucho calor y estar francamente perpleja.
De hecho, su expresión era la de alguien que necesita buenos consejos y una mano firme que le guíe.
Los ojos de Dios se posaron en el báculo. Sabía que el báculo era un símbolo, y que simbolizaba algo muy importante, pero no podía recordar el qué. Lo único que podía recordar era que pesaba mucho y que, contra toda lógica, una vez que lo habías cogido resultaba muy difícil soltarlo. De hecho, resultaba casi imposible… «Será mejor que no lo coja», pensó.
Claro que… Bueno, siempre podía cogerlo sólo un ratito, el tiempo que necesitara para ir hasta aquella silueta y explicarle por qué las pirámides y los dioses eran tan importantes. Y cuando hubiera terminado de explicárselo se libraría de ese peso.
Dios suspiró, se envolvió en los restos de su túnica para ofrecer un aspecto lo más digno posible y echó a caminar apoyándose en el báculo.
Notas
[1] Por ejemplo el que lo enterraran en la arena y lo usaran como recipiente para poner huevos.
[2] El de respirar el primero.
[3] Literalmente, «Niño de Djel».
[4] Eso sí, se trataba de una rana muy grande, y en cuanto consiguió llegar a los conductos de ventilación se las arregló para que nadie pegara ojo durante semanas.
[5] Hay quienes afirman que en Ankh-Morpork una vida no vale nada. No pueden estar más equivocados, naturalmente, ya que el precio de una vida no para de subir. Morir, en cambio, no te costará ni una moneda.
[6] El hinchón se extrae del pez globo (Singularis minutia gigantica) de las profundidades abisales, el cual se protege de sus enemigos hinchándose hasta alcanzar unas dimensiones varias veces superiores a su tamaño normal. Si es introducido en un organismo humano produce el curioso efecto de convencer a cada célula de que debe aumentar de tamaño unas dos mil veces. El resultado es invariablemente fatal y muy ruidoso.
[7] Las puertas del Gremio de Asesinos nunca estaban cerradas. Se decía que eso era porque la Muerte trabaja las veinticuatro horas, pero en realidad era porque las bisagras se habían oxidado varios siglos atrás y nadie se había tomado la molestia de hacer algo al respecto.
[8] El vino inverso se fabrica con uvas que pertenecen a esa clase de flora —la reanual—, que sólo crece en campos donde hay un contenido de magia terriblemente elevado. Las plantas normales crecen después de que las semillas hayan sido plantadas, pero con las reanuales ocurre al revés. El vino reanual provoca el mismo efecto de embriaguez que el normal, pero la acción del sistema digestivo sobre sus moléculas produce una reacción muy poco usual cuya consecuencia principal es hacer que la resaca resultante sea arrojada hacia atrás en el tiempo hasta detenerse en un punto situado unas cuantas horas antes de que se haya bebido el vino. De aquí el refrán «Que la resaca de hoy no te haga olvidar que has de beber mañana».
[9] Cuando el Gremio de Ladrones declaró una huelga general el Año de la Babosa Simpática, el número de crímenes llegó a doblarse.
[10] Una de las dos leyendas* sobre la fundación de Ankh-Morpork que se conocen cuenta que los dos huérfanos que construyeron la ciudad fueron encontrados y amamantados por una hipopótamo (lit. orijeple, aunque algunos historiadores afirman que se trata de una traducción equivocada de la palabra orejaple, un tipo de mueble bar con puertas de cristal). El puente está adornado por ocho hipopótamos en actitudes heráldicas que contemplan el mar, y se afirma que el día en que la ciudad se encuentre amenazada por algún peligro los hipopótamos huirán a la máxima velocidad posible.
* La otra leyenda —mucho menos conocida dada la reluctancia de los ciudadanos a contarla—, afirma que, en una época todavía más antigua, un grupo de hombres sabios sobrevivió al diluvio enviado por los dioses y a la terrible inundación posterior construyendo una gran embarcación en la que metieron dos ejemplares de cada especie animal existente por aquel entonces en el Disco. Después de unas cuantas semanas de navegación el peso del estiércol acumulado amenazaba con hundir la embarcación. No quedó más remedio que arrojarlo por la borda, y la leyenda afirma que al montículo resultante se le llamó Ankh-Morpork.
[11] Al igual que ocurre en otras muchas culturas que habitan valles fluviales, el Reino no pierde el tiempo con trivialidades como el verano, la primavera y el invierno, y basa su calendario en el palpitar del gigantesco corazón del Djel; de ahí las tres estaciones, el Tiempo de la Semilla, la Inundación y el Empape. Es un sistema lógico, sencillo y práctico aprobado por todos con la única excepción de algunas corales populares.*
* Básicamente porque resulta casi imposible cantar «Ya llegó la Inundación» sin tener la sensación de que estás haciendo el ridículo.
[12] Literalmente «Khui-da-ndo-bhajos» o «recortamientos de los pies», pero algunos eruditos afirman que debería ser «Rhas-pa-ndo-bhajos», literalmente «eliminación de pintura mediante aire caliente».
[13] Zambullero: constructor y limpiador de letrinas. Una profesión particularmente floreciente en Ankh-Morpork, donde el nivel de las aguas subterráneas suele estar a ras del suelo, y considerablemente respetada. Cuando un zambullero sale a dar un paseo todo el mundo se apresura a dejar libre el lado de la calle por el que camina.
[14] Los murmullos enronquecidos no se adaptan demasiado bien a las condiciones ambientales del desierto.
[15] Literalmente, «Volveré a estar aquí de nuevo».
[16] Este pasaje no puede ser entendido a menos que se realice un considerable esfuerzo de adaptación. Si un embajador extranjero (impulsado por un genuino deseo de no desentonar en el ambiente) se presentara en el Palacio de la Zarzuela ataviado con bata de cola y boina, luciendo una guitarra a la espalda y una rosa entre los dientes, y llevara a remolque una cabra con dos banderillas clavadas en la grupa causaría más o menos la misma impresión.
[17] Los asesinos jóvenes —que normalmente son muy pobres—, tienen ideas muy claras sobre la inmoralidad básica de la riqueza y las conservan hasta que se convienen en asesinos maduros —quienes normalmente son muy ricos—, momento en el que empiezan a adoptar la opinión de que la injusticia también tiene su lado bueno y que no hay por qué ser tan estrictos.
[18] Los escultores encargados de los frisos habían tenido que hacer un considerable esfuerzo de imaginación. El difunto faraón había poseído muchos atributos excelentes, pero el de llevar a cabo grandes hazañas no figuraba entre ellos. La puntuación era: Número de enemigos convertido en polvo bajo las ruedas de su carro = 0. Número de tronos aplastados bajo sus divinas sandalias = 0. Número de veces en que sus piernas de coloso habían abarcado el mundo = 0. Por otra parte: Reinados de terror = 0. Número de veces que las sandalias del enemigo habían aplastado el trono del Viejo Reino = 0. Rostros de pobres pisoteados = 0. Número de cruzadas ruinosas emprendidas = 0. En definitiva, podía decirse que su vida había sido un empate a cero.
[19] Nunca confíes en una especie que sonríe todo el tiempo. Está tramando algo.
[20] El matemático más prodigioso que ha dado la especie de los camellos a lo largo de toda su historia. Inventó una matemática del espacio octadimensional mientras estaba acostado con las fosas nasales contraídas para que no le entraran los granos de arena durante una violenta tempestad del desierto.
[21] Que se obtiene destilando los testículos de una especie de oso arborícola muy pequeño, combinando el extracto con vómito de ballena y añadiendo un puñado de pétalos de rosa a la mezcla. Es bastante probable que saberlo no hubiese ayudado mucho a Teppic, y quizá incluso habría hecho que se sintiera todavía más afectado por el perfume.
[22] La traducción es aproximada, naturalmente, dado que el idioma de Ptaclusp no poseía ningún vocablo cuyo significado fuera equivalente al de las palabras «hielo», «parabrisas» o «habitación de motel». Pese a ello, no hay que pasar por alto un hecho tan interesante como el de que la traducción literal de Garabato Águila Águila Jarrón Línea ondulada Pato es «prensa para los tubos de tela que cubren las piernas de los bárbaros».
[23] Para cualquiera que no posea un marco lógico de referencia semejante, el animal más veloz* del Disco es el Puzuma Ambiguo, una criatura extremadamente neurótica que se mueve tan deprisa que es capaz de alcanzar una velocidad cuasilumínica en el campo mágico del Disco. Esto significa que si puedes ver un puzuma no está allí. La inmensa mayoría de los puzumas machos mueren jóvenes después de haberse destrozado los tobillos corriendo a gran velocidad detrás de hembras que no están allí lo que, naturalmente, les permite alcanzar la masa suicida en concordancia con la teoría de la relatividad. El resto de ellos muere de PIH (Principio de la Incertidumbre de Heisenberg), dado que no tiene forma alguna de saber simultáneamente quiénes son y dónde están. La incertidumbre que ello provoca da como resultado colateral el que un puzuma sólo pueda estar seguro de su identidad cuando se encuentra inmóvil (normalmente encima de los cascotes en que se ha convertido la montaña con la que acaba de chocar a velocidades cuasilumínicas). Se rumorea que el puzuma es de un tamaño aproximado al leopardo y que posee un pelaje a cuadros blancos y negros sin igual entre todos los animales, aunque los escasos especímenes descubiertos hasta el momento por los sabios y filósofos del Mundodisco les han inducido a afirmar que el estado natural del puzuma es ser tan delgado como una alfombrilla de baño y estar muerto.