Pies de barro (Mundodisco, #19) – Terry Pratchett

[8] Detritus era especialmente bueno a la hora de hacer preguntas. Tenía tres preguntas básicas. Estaban la directa («¿Lo hiciste tú?»), la persistente («¿Estás seguro de que no eres tú el que lo hizo?») y la sutil («Lo hiciste tú, ¿verdad?»). Aunque no fueran las preguntas más ingeniosas jamás pensadas, el talento de Detritus consistía en pasarse horas y horas haciéndolas con paciencia, hasta que conseguía la respuesta adecuada, que por lo general era algo así como: «¡Sí! ¡Sí! ¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡Ahora dígame por favor qué es lo que hice!».

[9] Existe el mito extendido y cautivador de que a la gente que diseña instrumentos mortíferos la acaban matando con estos. La realidad es que esto casi no tiene fundamento. El coronel Shrapnel, inventor de la bala de metralla, no murió en una explosión. Monsieur Guillotin murió con la cabeza puesta. Al coronel Gatling, inventor del primer cañón, no le disparó nadie. Si no fuera por el asesinato del fabricante de porras y cachiporras sir William Instrumento-Romo en un callejón, el rumor ni siquiera habría empezado.

[10]¡Bienvenido, cabo Culocanijo! Esta es la agente Angua… Angua, enséñale a Culocanijo lo bien que estás aprendiendo el idioma enano…»

[11] La perspectiva del crimen y el castigo en Ankh-Morpork era que el castigo a la primera infracción debía evitar la posibilidad de una segunda infracción.

[12] Esto pasa siempre en todas las persecuciones policiales en todas partes. Siempre hay un carro cargado hasta los topes que sale de un callejón lateral y se cruza en la persecución. Si no hay vehículos involucrados, entonces será un hombre con un perchero lleno de ropa. O bien dos hombres con una placa enorme de vidrio. Probablemente hay alguna clase de sociedad secreta detrás de esto.

[13] Y en su mayor parte, no les importaban las cuestiones de estatura. Había un refrán entre los enanos: «Todos los árboles derribados quedan al nivel del suelo», aunque se decía que esta era una traducción demasiado expurgada de un dicho que afirmaba más literalmente: «Si sus manos están más altas que tu cabeza, su entrepierna está a la altura de tus dientes».

[14] Estos términos son a menudo sinónimos.

[15] Tal como se llamaban eufemísticamente. La gente decía: «Se hacen llamar costureras… ¡ejem, ejem!».

[16] Debido al enorme y demasiado prominente volumen de su frente, la imagen del universo que tenía Rogers los toros procedía de dos ojos que tenían cada uno su propia visión hemisférica y no solapada del mundo. Como había dos visiones separadas, había razonado Rogers, aquello quería decir que debían de haber dos toros (los toros no se crían para que hagan muchos razonamientos deductivos). La mayoría de los toros comparten esta creencia, y a esto se debe que siempre estén girando la cabeza a un lado y al otro cuando te miran. Lo hacen porque los dos quieren verte.

Autore(a)s: