Mort (Mundodisco, #4) – Terry Pratchett

—HABLÉ DE ELLO CON LOS DIOSES.

La Muerte parecía incómoda.

—Ah. ¿De veras? —dijo Mort.

La Muerte esquivó su mirada.

—SÍ.

—Me da a mí la impresión de que no debían de estar muy contentos.

—LOS DIOSES SON JUSTOS. Y TAMBIÉN UNOS SENTIMENTALES. ALGO A LO QUE NI YO MISMA HE PODIDO SUSTRAERME.

»PERO TODAVÍA NO ERES LIBRE. DEBES ENCARGARTE DE QUE LA HISTORIA SE CUMPLA.

—Ya lo sé —dijo Mort—. Unir los reinos y todo eso.

—ES POSIBLE QUE AL FINAL DESEES HABERTE QUEDADO CONMIGO.

—Aprendí mucho, para qué negarlo —reconoció Mort. Se llevó la mano a la cara y con aire distraído se acarició las cuatro finas cicatrices que le cruzaban la mejilla. Luego añadió—: Pero creo que no estoy hecho para ese tipo de trabajo. Lo siento de veras…

—TE HE TRAÍDO UN REGALO.

La Muerte dejó su plato de entrantes y hurgó en los misteriosos pliegues de su túnica. Cuando su mano esquelética volvió a salir, sostenía entre el índice y el pulgar un pequeño globo.

Tendría unos ocho centímetros de diámetro. Podía haber sido la perla más grande del mundo, pero su superficie era una maraña móvil de complicadas figuras de plata que se encontraban eternamente a punto de decidirse por una forma reconocible, pero que siempre lograban evitarlo.

Cuando la Muerte la dejó caer sobre la palma de la mano que Mort le tendía, éste la notó pesada y ligeramente caliente.

—PARA TI Y TU DAMA. UN REGALO DE BODAS. LA DOTE.

—¡Es preciosa! Creíamos que nos habías regalado la bandeja de plata para las tostadas.

—ÉSE ES DE ALBERT. ME TEMO QUE NO TIENE MUCHA IMAGINACIÓN.

Mort hizo girar el globo una y otra vez entre sus manos. Las formas que bullían en su interior parecían responder a su tacto, y despedían pequeños torrentes de luz que se esparcían sobre la superficie para dirigirse hacia sus dedos.

—¿Es una perla?

—SÍ. CUANDO ALGO IRRITA A UNA OSTRA Y NO PUEDE SER EXPULSADO, LA POBRECITA LO RECUBRE CON MUCOSIDADES Y LO CONVIERTE EN UNA PERLA. PERO ÉSTA ES UNA PERLA DE UN COLOR DIFERENTE. ES UNA PERLA DE LA REALIDAD. TODA ESA MATERIA BRILLANTE ES LA ACTUALIDAD CONGELADA. DEBERÍAS RECONOCERLA… AL FIN Y AL CABO, LA HAS CREADO TÚ.

Mort la lanzaba suavemente de una mano a la otra.

—La pondremos junto con las joyas del castillo. No tenemos muchas.

—ALGÚN DÍA SERÁ LA SEMILLA DE UN NUEVO UNIVERSO.

Mort calculó mal, pero, con los reflejos del rayo, estiró la mano y la atrapó antes de que fuera a golpear en el suelo.

—¿Cómo?

—LA PRESIÓN DE ESTA REALIDAD LA MANTIENE COMPRIMIDA. TAL VEZ LLEGUE UN MOMENTO EN QUE EL UNIVERSO SE ACABE Y LA REALIDAD MUERA, ENTONCES, ÉSTA ESTALLARÁ Y… ¿QUIÉN SABE? CUÍDALA BIEN. ES UN FUTURO Y AL MISMO TIEMPO UN PRESENTE.

La Muerte inclinó la calavera hacia un lado.

—ES UNA PEQUEÑEZ —dijo—. PODÍAS HABER TENIDO LA ETERNIDAD.

—Lo sé. He sido muy afortunado.

Con mucho cuidado la depositó sobre la mesa del buffet, entre los huevos de codorniz y los rollos de salchicha.

—HAY OTRA COSA —dijo la Muerte.

Volvió a meter la mano debajo de la túnica y sacó un objeto oblongo envuelto por manos inexpertas y atado con un cordelito.

—ES PARA TI —le dijo—. ALGO PERSONAL. NUNCA TE HABÍAS INTERESADO POR ÉL. ¿CREÍAS QUE NO EXISTÍA?

Mort desenvolvió el paquete y advirtió que tenía en sus manos un librito encuadernado en piel. En el lomo llevaba grabada con letras doradas una sola palabra: Mort.

Fue pasando las páginas en blanco hasta encontrar el pequeño rastro de tinta que avanzaba pacientemente por la página con paso sinuoso y leyó:

«Mort cerró el libro produciendo un ruidito seco que en el silencio sonó como el estallido de la creación, y sonrió, incómodo.

»—Todavía quedan muchas páginas por llenar —dijo—. ¿Cuánta arena me queda? Ysabell me dijo que cuando le diste la vuelta al reloj, me iba a morir cuando tuviera…

»—TE QUEDA SUFICIENTE —repuso la Muerte fríamente—. LAS MATEMÁTICAS NO SON COMO LAS PINTAN.

»—¿Qué te parece eso de que te inviten a los bautizos?

»—PREFIERO QUE NO. NO ESTOY HECHA PARA SER MADRE, Y MUCHO MENOS, ABUELA. NO TENGO LAS RODILLAS ADECUADAS.

»—Dejó la copa de vino e inclinó levemente la cabeza ante Mort.

»—RECUERDOS A TU ESPOSA —dijo—. Y AHORA HE DE IRME.

»—¿De veras? Por favor, quédate un momento más.

»—ES MUY AMABLE DE TU PARTE, PERO EL DEBER ME LLAMA. —Le tendió una mano huesuda y añadió—: YA SABES COMO ES.

»Mort aferró la mano y la estrechó haciendo caso omiso del frío.

»—Si alguna vez necesitas tomarte unos días libres —le dijo—, ya sabes, si quisieras irte de vacaciones…

»—TE AGRADEZCO EL OFRECIMIENTO —repuso la Muerte cortésmente—. ME LO PENSARÉ CON TODA SERIEDAD. Y AHORA…

»—Adiós —dijo Mort y se sorprendió al notar un nudo en la garganta—. Vaya palabra más desagradable, ¿no?».

—MUCHO.

La Muerte lanzó una sonrisa que más bien era una mueca porque, como se ha dicho en múltiples ocasiones, no tenía demasiadas opciones. Pero probablemente, esa vez, fue una sonrisa sentida.

—PREFIERO AU REVOIR —dijo.

Notas

[1] Prácticamente todo puede moverse a mayor velocidad que la luz del Disco, que es lenta y mansa, a diferencia de la luz corriente. Según el filósofo Ly Tin Wheedle, lo único conocido que se mueve más deprisa que la luz corriente es la monarquía. Llegó a esta conclusión siguiendo este razonamiento: no se puede tener más de un rey, y la tradición exige que no existan intervalos entre un rey y otro, de manera que cuando un rey muere, la sucesión ha de pasar al heredero instantáneamente. Según Wheedle, es probable que existan ciertas partículas elementales, los reiones o tal vez las reionas, que se encargan de cumplir esta función, pero hay que tener en cuenta que a veces la sucesión falla si, en mitad del vuelo, chocan con una antipartícula, o republicón. Su ambicioso plan de utilizar este descubrimiento para enviar mensajes, para lo cual hubo de torturar cuidadosamente a un rey menor para poder así modular la señal, jamás llegó a desarrollarse con todo detalle porque, alcanzado ese punto, le cerraron el bar.

[2] La primera pizza tuvo su origen en el Disco y fue una creación del místico klatchiano Ronrón Joe Revelación Shuwadhi. Ronrón manifestó que le fue entregada en sueños por el mismísimo Creador del Mundodisco, el cual, aparentemente, le comentó que era lo que se había propuesto crear desde el comienzo. Los viajeros del desierto que habían visto el original, que, según se dice, se encuentra milagrosamente conservado en la Ciudad Prohibida de Ee, sostienen que lo que el Creador tenía en mente entonces era una cosa pequeña de queso y pimientos con unas cuantas aceitunas negras, ** y que los detalles como las montañas y los mares le habían salido después, con el entusiasmo de última hora, como suele ocurrir con tanta frecuencia.

** Después del Cisma de los dextrosianos y de la muerte de unas veinticinco mil personas en la cruzada resultante, se permitió a los fieles que añadieran a la receta una hojita de laurel.

[3] Con la excepción del bigote caído y el sombrero redondo de pieles con el pincho en la punta.

[4] El discurso pasó a las generaciones posteriores en forma de poema épico, mandado componer por su hijo, que no nació en una silla de montar y comía con tenedor y cuchillo. Decía así:

Contemplad cómo dormita el impasible enemigo,

Repletos de oro robado, corruptas sus mentes.

Dejad que las lanzas de vuestras iras sean

Cual fuego estepario en un día ventoso

De la estación seca,

Dejad que vuestra espada honesta embista

Como los cuernos de un buey con dolor de muelas…

Y siguió así durante tres horas. La realidad, que normalmente no puede permitirse el lujo de pagar a un poeta, refiere que, de hecho, todo el discurso decía lo siguiente:

Muchachos, la mayoría de ellos siguen durmiendo, deberíamos pulírnoslos con la misma velocidad con que una abuela bajita digeriría una fruta, porque lo que es yo, estoy hasta el gorro de vivir en yurtas, ¿estamos?

[5] Los enamorados más famosos del Disco fueron, sin lugar a dudas, Mellius y Gretelina, cuyos apasionados y encendidos amoríos habrían chamuscado las páginas de la historia si, por un inexplicable capricho del destino, no hubieran nacido con doscientos años de diferencia, en continentes bien alejados el uno del otro. Sin embargo, los dioses se apiadaron de ellos y a él lo convirtieron en una tabla de planchar** y a ella, en un pequeño noray de bronce.

** Cuando se es un dios, no es preciso aportar argumentos.

[6] En la despensa había encontrado medio bote de mayonesa añeja, un trozo de queso muy pasado y un tomate cubierto de moho blanco. Dado que durante el día, la despensa del palacio de Sto Lat contenía normalmente quince venados enteros, cien pares de perdices, cincuenta pipas llenas de mantequilla, doscientos tarros de liebres, setenta y cinco medias reses, algo más de media legua de salchichas surtidas, aves varias, ochenta docenas de huevos, varios esturiones del Mar Circular, una tina de caviar y un muslo de elefante relleno de aceitunas, Buencorte había aprendido, una vez más, que una de las manifestaciones universales de la magia natural, en estado puro, es la siguiente: siempre que se hace una incursión furtiva en plena noche al sitio donde se almacenan los alimentos domésticos, no importa cuál sea el inventario de su contenido diurno, uno encontrará, indefectiblemente, medio bote de mayonesa añeja, un trozo de queso muy pasado y un tomate cubierto de moho blanco.

[7] Ankh-Morpork había coqueteado con diversas formas de gobierno hasta que, al final, se decidió por esa forma de democracia conocida como Un Hombre, Un Voto. El Patricio era ese Hombre; y el Voto era el suyo.

[8] El jardín de piedra de la Simplicidad y la Paz Universal, diseñado bajo las órdenes del viejo emperador Un Espejo de Sol, ** empleaba la economía de posiciones y sombras para simbolizar la unidad básica del alma y la materia, y la armonía de todas las cosas. Se decía que los secretos sepultados en el corazón mismo de la realidad yacían ocultos en el exacto ordenamiento de sus piedras.

** Que también se hizo famoso por su costumbre de cortar a sus enemigos labios y piernas para prometerles luego la libertad si lograban correr por la ciudad tocando una trompeta.

[9] Esto no es exactamente cierto. Los filósofos suelen estar de acuerdo en que el tiempo más breve en el que puede ocurrir todo es de mil billones de años.

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