Lores y damas (Mundodisco, #14) – Terry Pratchett

Más gente seguía reuniéndose delante de la fragua. La multitud ya llegaba hasta la plaza.

Los martillazos cesaron. La voz de Jason, muy cerca, dijo:

—Vamos a salir.

—Van a salir —anunció Tata.

—¿Qué ha dicho?

—Ha dicho que van a salir.

—¡Ya salen!

La multitud retrocedió. Las puertas se abrieron.

Yaya salió conduciendo al unicornio. La criatura andaba con tranquila majestad, los músculos moviéndose bajo su blanco pelaje como ranas en aceite. Y sus cascos repiqueteaban sobre los adoquines. Ridcully no pudo evitar fijarse en cómo relucían.

Anduvo mansamente junto a la bruja hasta el centro de la plaza. Entonces Yaya lo soltó y le dio una palmadita en la grupa.

El unicornio relinchó suavemente, se dio la vuelta y galopó calle abajo, hacia el bosque…

Tata Ogg apareció silenciosamente detrás de Yaya Ceravieja mientras esta lo veía alejarse.

—¿Herraduras de plata? —preguntó en voz baja—. No durarán nada.

—Y clavos de plata. Durarán lo suficiente —dijo Yaya, hablándole al mundo en general—. Y ella nunca lo recuperará, ni aunque lo esté llamando durante mil años.

—Herrar al unicornio —rezongó Tata meneando la cabeza—. Solo a ti se te puede ocurrir ponerle herraduras a un unicornio, Esme.

—Llevo toda la vida haciéndolo —dijo Yaya.

El unicornio ya era un puntito en los páramos. Y al poco desapareció en la penumbra crepuscular.

Tata Ogg suspiró, y rompió cualquier hechizo que pudiera haber habido.

—Bueno, así que se acabó.

—Sí.

—¿Asistirás al baile del castillo?

—¿Y tú?

—Bueno… el señor Casavieja me ha preguntado si podía enseñarle el Hombre Largo. Ya sabes. Enseñárselo como es debido, quiero decir. Supongo que será por eso de que es un enano. Les interesan mucho los túmulos.

—Nunca nos cansamos de ellos —dijo Casavieja.

Yaya puso los ojos en blanco.

—Intenta actuar de acuerdo con la edad que tienes, Gytha.

—¿Actuar? No necesito actuar, puedo hacerlo automáticamente —replicó Tata—. Actuar como si tuviera la mitad de mi edad… Eso sí que tiene miga. Y en todo caso, no me has respondido.

Para gran sorpresa de Tata y Ridcully, y posiblemente incluso de Yaya Ceravieja, Yaya enlazó su brazo en el de Ridcully.

—El señor Ridcully y yo vamos a dar un paseo hasta el puente.

—¿Sí? —dijo Ridcully

—Oh, eso está muy bien.

—Gytha Ogg, continúa mirándome así y te calentaré la oreja.

—Perdona, Esme —dijo Tata.

—Así me gusta.

—Supongo que querréis hablar de los viejos tiempos —sugirió Tata.

—Tal vez de los viejos tiempos. Tal vez de otros tiempos. El unicornio llegó al bosque y siguió galopando.

Las aguas de Lancre corrían por debajo de ellos. Nadie cruzaba las mismas aguas dos veces, ni siquiera por un puente.

Ridcully cogió un guijarro y lo dejó caer. El guijarro hizo plunk.

—Al final todo termina arreglándose en algún sitio —dijo Yaya Ceravieja—. Tu joven mago lo sabe, pero lo envuelve en un montón de tonterías. Si supiera ver lo que tiene delante, podría llegar a ser alguien.

—Quiere quedarse aquí una temporada —dijo Ridcully con voz lúgubre, y lanzó otro guijarro a las profundidades—. Esas piedras parecen tenerlo fascinado. No puedo decir que no, ¿verdad? El rey está a favor. Dice que otros reyes siempre han tenido bufones, así que él intentará tener a un sabio, solo por si eso da mejores resultados.

Yaya rió.

—Y cualquier día de estos la joven Diamanda se levantará de la cama —dijo.

—¿Qué quieres decir?

—Oh, nada. Eso es lo bueno que tiene el futuro. Podría terminar siendo cualquier cosa. Y todo.

Cogió un guijarro y lo arrojó al río. El guijarro chocó con el agua al mismo tiempo que lo hacía el de Ridcully, produciendo un doble plunk.

—¿Crees que… en algún lugar… todo salió bien? —preguntó Ridcully.

—Sí. ¡Aquí!

Yaya se ablandó un poco al ver cómo el abatimiento le encorvaba los hombros.

—Pero allí también —dijo.

—¿Qué?

—Quiero decir que en algún lugar Mustrum Ridcully se casó con Esmerelda Ceravieja y vivieron… —Yaya apretó los dientes— vivieron felices por siempre jamás. Más o menos.

—¿Cómo lo sabes?

—He estado captando fragmentos de sus recuerdos. Parecía bastante satisfecha. Y soy muy difícil de complacer.

—¿Cómo puedes hacer eso?

—Intento ser buena en todo lo que hago.

—¿Y no dijo nada sobre…?

—¡Nada! ¡No sabe que existimos! ¡No hagas preguntas! Basta con saber que todo ocurre en algún lugar, ¿verdad? —Ridcully trató de sonreír.

—¿Eso es lo mejor que puedes decirme? —preguntó.

—Es lo mejor que hay. O algo que se le parece bastante.

¿Dónde termina?[40]

En una noche de verano, con cada pareja siguiendo su camino y la seda púrpura del crepúsculo creciendo entre los árboles. Desde el castillo, mucho después de que las celebraciones hayan terminado, una risa tenue y el tintineo de campanillas de plata. Y desde la ladera desierta, solo el silencio de los elfos.

FIN

Notes

[1] Probablemente contra el primer peón.

[2] Los dioses son tan bromistas como el que más.

[3] El cual es otro país.

[4] Que, por muy meticulosamente que la hayas enrollado, siempre consigue desenrollarse durante la noche para atar la cortadora de césped a las bicicletas.

[5] Esto ocurre a cada momento en todo el multiverso, incluso en planetas helados inundados de metano líquido. Nadie sabe a qué es debido, pero en cualquier grupo de individuos que tienen un empleo el único que madruga de manera natural siempre es el director del departamento, el cual siempre dejará notitas de reproche (o, en ciertos planetas, cristales de helio grabados) encima de los escritorios de sus subordinados. De hecho, el único lugar donde esto no ocurre muy a menudo es el planeta Zyrix, y eso se debe únicamente a que Zyrix tiene dieciocho soles y allí solo es posible ser madrugador una vez cada 1.789,6 años, pero incluso entonces, una vez cada 1.789,6 años, y respondiendo a alguna extraña señal universal, el director entra reptando en el departamento con un tentáculo lleno de pequeñas conchas de frimpt con toda clase de reproches esculpidos y listas para ser repartidas.

[6] Vivía de los nervios.

[7] El estudio de los escritos invisibles era una nueva disciplina originada por el descubrimiento de la naturaleza bidireccional del Espacio-Biblioteca. Las matemáticas taumatúrgicas son tremendamente complejas, pero en sustancia se reducen al hecho de que todos los libros, allá donde estén, afectan a todos los otros libros. Esto es obvio: los libros inspiran otros libros que serán escritos en el futuro, y citan libros que fueron escritos en el pasado. Pero la Teoría General 7a del Espacio-B sugiere que, en ese caso, los contenidos de libros que todavía no han sido escritos pueden ser deducidos a partir de los libros actualmente existentes.

7a También existe una Teoría Especial, pero nadie se molesta en estudiarla porque es obvio que no tiene ni pies ni cabeza.

[8] Era mayormente oscuro.

[9] En tres ocasiones por decisión unánime del jurado, en una después de once horas de prórroga, y en dos cuando los otros finalistas salieron huyendo.

[10] Que también era furtivo general, limpiador de fosas sépticas y carpintero aproximado.10a

10ª «Le pondré un par de clavos y así seguro que no se caerá.»

[11] Lo bueno que tiene el hierro es que no hace falta pensar deprisa para trabajarlo.

[12] Verán, las cosas ocurrieron más o menos así: los Carretero eran una discreta y respetable familia de Lancre que se hizo cierto lío cuando llegó el momento de poner nombre a sus hijos. Primero tuvieron cuatro hijas, que recibieron los nombres de Esperanza, Castidad, Prudencia y Caridad, porque poner nombres de virtudes a las niñas es una antigua tradición que no tiene nada de raro. Luego nació su primer hijo, y como sus padres tenían una idea un tanto equivocada de cómo funcionaba aquello de poner nombres lo llamaron Ira Carretero, después de lo cual les tocó el turno a Celos Carretero, Bestialismo Carretero y Codicia Carretero. Como ya se sabe que la vida da muchas sorpresas, Esperanza resultó ser una depresiva, Castidad acabó disfrutando de la vida como dama de afectos negociables en Ankh-Morpork, Prudencia tuvo trece tojos, y Caridad esperaba recibir un dólar de cambio después de haber entregado setenta y cinco centavos, mientras que los niños crecieron para convertirse en hombres afables y de excelente carácter, y Bestialismo Carretero era, por ejemplo, muy bondadoso con los animales.

[13] Ponder estaba ciento por ciento equivocado respecto a esto.

[14] Verence y Magrat tenían sin duda muchas cosas en común.

[15] Siempre que no fuese muy grande.

[16]. Donde se había demostrado con éxito que el taumo, que hasta aquel momento se consideraba la partícula de magia más pequeña posible, estaba compuesto de resones16a o fragmentos de realidad. Las últimas investigaciones indican que cada resón está formado por una combinación de al menos cinco «sabores», conocidos como «arriba», «abajo», «de lado», «atractivo sexual» y «menta».

16a Literalmente, «cosillas».

[17] Excepto para Tata Ogg, que lo hacía continuamente, aunque no a propósito.

[18] Como ya se ha señalado en las crónicas del Mundodisco, economías agrícolas enteras se han basado en el poder de levantamiento de ancianitas vestidas de negro.

[19] Es decir, aquello que tiene montones de bosco.

[20] Positivamente cierto. Por eso la gente se hace a un lado cuando pasan los reyes.

[21] Los lancrastianos no tenían a la geografía por una ciencia en exceso original.

[22] De hecho los trolls, una forma de vida basada en el silicio en vez de en el carbono, no pueden digerir a las personas. Pero siempre hay alguno dispuesto a intentarlo.

[23] Si lo desea, puede insertar aquí la habitual descripción «canicas al rojo vivo sumergidas en un plato de curry».

[24] En el caso del Callejero Alfa-Omega de Ankh-Morpork, lo que habría escrito sería El Hogar Rayo de Sol para Dragones Enfermos en la Calle Mórfica, Rogamos Dejen los Donativos de Carbón junto a la Entrada Lateral. Y Recuerde Que un Dragón Es Para Toda la Vida, No Solo para la Vigilia de la Noche de los Puercos.

[25] Shawn Ogg.25a

25a Salvo cuando estaba acostado.

[26] Pero no inmensa, según las pautas de las pelucas. Ha habido, en el curso de la historia decadente, muchas pelucas de grandes dimensiones, a menudo con montones de cachivaches incorporados para que la gente no se harte de estar viendo siempre el mismo y aburrido montón de pelos. Las ha habido lo bastante grandes para contener ratones domesticados o adornos de relojería. Madame Cupidor, amante del Rey Loco Sopa II, tenía una provista de una pajarera, pero en las ocasiones especiales llevaba una peluca que contenía un calendario perpetuo, un reloj floral y un mostrador de pizzas para llevar.

[27] Es decir, lo bastante lejos para que no parezca que te estás entrometiendo en la conversación, pero lo bastante cerca para hacerte una idea aproximada de lo que está ocurriendo.

[28] Zanahorias para que puedas ver en la oscuridad, explicaba Tata, y ostras para tener algo que mirar.

[29] El Bibliotecario, un simio de gustos sencillos pero defendidos con gran firmeza, consideraba que un episodio con pasteles de nata, cubos de cal líquida y en especial ese momento en el que un actor le quita el sombrero a otro, lo llena con algo rezumante y vuelve a colocarlo sobre la cabeza impasible del segundo actor mientras la orquesta toca «UHAH… Uhah… uhah… uhaaaaa…» era una parte esencial de cualquier representación teatral. Dado que un cacahuete tostado es un objeto dolorosamente peligroso cuando se lo lanza con impecable precisión, los directores de Ankh-Morpork ya habían captado la indirecta hacía mucho tiempo. Eso había hecho que algunos melodramas del grand guignol adquiriesen un cariz un tanto insólito, pero se consideraba que obras como «La Tragedia Empapada de Sangre del Monje Loco de Quirm (con escena de pasteles de nata)» eran preferibles a estar sordo de un oído durante cinco días.

[30] Es decir, que se había inventado un montón de cosas.

[31] Había leído un montón de cosas que también habían sido inventadas por otras personas.

[32]. «En el fondo es un viejo sentimental», del Libro de Dichos Gatunos Tata Ogg.

[33] Lo sabía porque el número del mes pasado de Armadura popular contenía un artículo titulado «Probamos Los 20 Mejores Cascos De Menos de 50 Dólares». También incluía un artículo titulado «Hachas de Guerra: Exprimiendo Las Diez Mejores» y un anuncio en el que se solicitaba media docena de nuevos probadores.

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