Dueño del mundo, practico, con toda mi buena intención, el cumplimiento de la ley de la inmersión para obtener la pureza. La busco. Quiero ser fiel a Tus leyes. Como el agua del baño que me purifica, rezo para lavar mis pecados y mis faltas, y de este modo, toda la tristeza que habita en mí. Me sumerjo en tu agua blanca, cierro los ojos, me quedo en el fondo, muy en el fondo, porque ya no quiero volver a subir; las grietas negras de la cisterna y el agua clara son mi chal, mi chal de oraciones… En lo más profundo, me cubro con el chal de agua, de rayas negras o azules, como los renglones trazados en una hoja blanca. Cojo los flecos y cuento el número de nudos y de ribetes: veintiséis.
Capítulo 25
De mi boda no queda más que la sábana. Me la he traído. La miro con atención. La cojo, me estiro cuan larga soy en la cama y me la pongo encima. Cubierta con la sábana, me levanto. Otra mujer en mi lugar, en mi casa, en mi cama, con mi marido. Me es insoportable. Sus brazos blancos, tan blancos, su torso blanco, su vientre y después todo lo demás…, a través de la sábana, todavía los veo, los siento en mi cuerpo. La sábana tiene su olor, el olor de su cuerpo.
Es medianoche. Me levanto y camino como una sonámbula. Yerro por las calles. Caminando, sueño con él, lo llamo desde mi corazón, donde todavía albergo la sonrisa de sus labios, como la que descubrí cuando lo vi por primera vez. Sí, un rayo de luz, que nos iluminaba con su blancura absoluta, se posó sobre nosotros.
Hace diez años. Me acuerdo de mi noche de bodas. Mi sangre salpicó el vestido. Lo lavaré, sí, lo lavaré en un lugar santo. Me he vuelto a poner el vestido de lino. El fuego del altar arde sin consumirse, así lo exige el precepto. En el lugar donde él me amó, me inmolaré y así estaremos juntos por toda la eternidad.
Así transcurre la vida, unas veces blanca, otras veces roja. Blanca como la flor de lis como la alcoba como la piedra blanca de Jerusalén. Roja como la fruta roja como el sol erubescente roja como la cólera roja como la sangre que cubre las sábanas blancas. Blanca como las sábanas y los velos del matrimonio… Blanca como el alma de mi marido, hilo blanco con el cual tejí mi vida. Blanca y roja como la sábana como el velo agujereado el sudario que envuelve mi cuerpo para siempre. Blanca como la frente lívida de la mujer abandonada, como el sudario, su sábana, como la cortina sobre nuestra cama de matrimonio, velo sábana vestido femineidad canto y alma así soy yo.
Capítulo 26
Paciencia, paciencia, Amado mío, estoy ahí, voy a reunirme contigo, te deseo, quiero morir de amor. Salgo, me cuelo por las calles estrechas. Soy casi un fantasma. Ya no quiero hablar ni responder. Me encamino hacia el silencio. Caminando sueño contigo, desde el fondo de mi corazón te llamo. En mi corazón habita la sonrisa de tus labios, blanca como el Shabbat, como las cien puertas hieráticas, como la piedra de Jerusalén, como la luz del signo inefable.
Me levanto, camino, es medianoche, voy a mi casa, a tu casa, a nuestra casa, me acuesto a tu lado, en la alcoba, en mi sitio, en su cama, mi cama, nuestra cama. Tus brazos blancos, tan blancos, tu torso blanco, tu vientre, tus manos, los beso. Me estiro cuan larga soy a tu lado, estrecho tu cuerpo. Ya no quiero volver a levantarme, aspiro a la muerte y la muerte me ansia, no puedo luchar, me arrastra una gran fuerza, quiero morir, quiero morir, ya que sólo la muerte puede igualar nuestro éxtasis y nuestro éxtasis fue fuerte como la muerte, voy a estirarme, subyugarme, apagarme cerca de ti, mi último aliento será para ti, oh, tú, mi luz, me sumerjo en las profundas aguas de tus besos, me quedo en el fondo, muy en el fondo, donde el agua es clara como el chal de oraciones, veo cómo me cubre, cómo me absorbe, cómo me arrastra para no volver más, paciencia, ya voy, en la nave de arcilla puesta en franquía, arrebatada por el torrente de lágrimas secas, me adentro hacia la oscuridad, voy hacia ti, una vez más, déjame beberlo una vez más, el vino del amor, el vino de la muerte, déjame colarme en la alcoba que es nuestra carpa, nuestra carpa de citación, por la noche hasta el alba, que me queme, que el fuego del altar me lleve, me he quitado el vestido de lino, estoy cerca de ti, estamos juntos para siempre, así ha transcurrido y terminado mi vida, blanca como los velos del matrimonio, como la cisterna de lluvia, el cuerpo que cubre mi cuerpo, unida a mi Amado, en su interior, así muero de amor así muero.
***
[1] Miembro del hasidismo, comunidad judía ortodoxa influida por la Cábala y de carácter profético. Visten siguiendo un estricto ritual y viven en comunidad. (N. de la T.)
[2] Intérprete y estudioso de la Torá y el Talmud, jefe espiritual de los hasidim, de notable influencia. (N. de la T.)
[3] Escuelas de estudios religiosos superiores. (N. de la T.)
[4] Fiesta de la expiación o del perdón. (N. de la T.)
[5] Sombrero de alas anchas que llevan los hasidim. (N. de la N.)
[6] Cena que los hasidim hacen los viernes por la noche, después de la cual cantan y bailan arrebatadamente. (N. de la T.)
[7] Santuario donde se guardan las Tablas de la Ley. (N. de la T.)
[8] Oración final del Yom Kippur. (N. de la T.)
[9] Cuerno de carnero con el que se tocan durante la Neilah los cuatro sonidos de purificación que indican el final del ayuno. (N. de la T.)
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Eliette Abécassis
El 27 de enero de 1969, Eliette Abécassis nace en Estrasburgo, en una familia judia sefardí de origen marroquí. Su padre, Armand Abécassis, profesor de filosofia en la Facultad de Burdeos, es uno de los mayores pensadores contemporaneos sobre el tema del judaísmo. Es el autor de la obra Pensamiento judio. Crece así, Eliette en un ambiente de religión y cultura judías, siendo ella muy practicante.
En 1993, consigue la licenciatura en filosofía en la Facultad Herni IV de París y en 1996 publica su primera novela Qunram. Una novela policiaca metafísica, donde un joven judio ortodoxo investiga sobre unos misteriosos homicidios relacionados con la desaparición de manuscritos del Mar Muerto. Tendra un éxito inmediato. Se venden mas de 100.000 ejemplares y el libro se traducirá en 18 idiomas. Un año después publica El oro y la ceniza y comienza a impartir clases de filosofía en la facultad de Caen. En 1998 se traslada durante 6 meses al barrio ultra-ortodoxo de Mea Shearim en Jerusalen, para escribir el guión de Kadosh, una película israelí de Amos Gital que fue nominada en Cannes para el mejor guión. En este guión se inspiró su novela La repudiada (2000).
En marzo de 2001 recibe el premio de los Escritores Creyentes (concurso creado en Francia en 1979) y en junio de ese año se casa en Jerusalén. Actualmente, trabaja en la realización de la tercera parte de su serie “metafisica” comenzada en 1998.
La Repudiada
La repudiada nos lleva al corazón de Meah Shearim, el barrio de los hasidim, los judíos ortodoxos de Jerusalén, para contarnos la historia de una mujer joven repudiada por su marido por no haber podido darle un hijo. La autora nos describe un retrato profundo y sensible de una mujer sometida a un claustrofóbico integrismo que la obliga a cumplir resfriadamente la ley en nombre de Dios.
La repudiada es una novela breve, y precisamente es en su concisión en donde encuentra toda su fuerza y belleza dramáticas. Un doliente testimonio lleno de poesía y de pasión destinado a mostrar a los lectores la cara terrible del fanatismo religioso.
«La protagonista nos habla en nombre de todas aquellas mujeres amadas y abandonadas por integrismo religioso o rechazo social. Un canto de desamor imposible.» Le Matin