Eric (Mundodisco, #9) – Terry Pratchett

Y aunque por supuesto son irremediablemente malvados, no siempre son mala gente. Así que Rincewind levantó el pie de «Nuestra política de contratación no es discriminatoria», atravesó una pared que se volvió a materializar detrás de él, y salió al mundo.

Y tuvo que admitir que podría haber sido mucho peor.

El Presidente Astfgl, sentado bajo un haz de luz en su despacho enorme y oscuro, volvió a soplar dentro del tubo de comunicación.

—¿Hola? —dijo—. ¿Hola?

No parecía haber nadie al otro lado.

Qué extraño.

Eligió uno de sus rotuladores de colores y miró la pila de trabajo que lo rodeaba. Todos aquellos registros pendientes de analizar, considerar, valorar y evaluar, y luego había que redactar directrices de gestión adecuadas, y esbozar un plan administrativo detallado, para luego someterlo a consideración y volverlo a redactar…

Volvió a probar el tubo de comunicación.

—¿Hola? ¿Hola?

No había nadie. Pero bueno, no era problema. Seguía habiendo mucho que hacer. Su tiempo era demasiado importante para desperdiciarlo.

Hundió los pies en su cálida y tupida moqueta.

Miró con orgullo sus plantas en macetas.

Puso en marcha un sistema complejo de hilos metálicos y bolas, que empezó a balancearse y a dar golpecitos con eficacia.

Desenroscó la funda de su rotulador con mano firme y decidida.

Escribió: «¿¿¿Cuál es nuestro negocio???». Lo pensó un momento, y luego escribió con cuidado, debajo: «¡¡¡Nuestro negocio es la condenación!!!».

Y aquello también era la felicidad. O algo por el estilo.

Notas

[1] Solamente eróticos. No guarros. Es la diferencia entre usar una pluma y usar un pollo.

[2] Tardó treinta años en sumergirse. Sus habitantes pasaron gran parte de aquel tiempo caminando con el agua hasta la cintura. Pasó a los anales como la catástrofe continental más vergonzosa de la historia.

[3] El Viejo Tom era la agrietada campana de bronce del campanario de la universidad. Se le había caído el badajo poco después de que la fundieran, pero seguía tañendo unos silencios tremendamente sonoros a cada hora.

[4] El tesorero se estaba refiriendo oscuramente al difícil momento en que la universidad estuvo muy a punto de causar el fin del mundo, y ciertamente lo habría causado de no ser por una serie de acontecimientos en los que estuvieron implicados Rincewind, una alfombra mágica y medio ladrillo en un calcetín (véase Rechicero). Todo aquel episodio fue muy vergonzoso para los magos, como siempre suele serlo para la gente que descubre después que han estado desde el principio en el bando incorrecto,* es decir, el que perdió, y es notable el hecho de que muchos de los miembros veteranos de la universidad sostienen ahora de forma categórica que en aquellos días estaban de baja por enfermedad, visitando a su tía o que habían estado enfrascados en sus investigaciones con la puerta cerrada a cal y canto y silbando muy fuerte, de forma que no se habían enterado de nada de lo que había pasado fuera. Se había hablado en tono desganado de hacerle una estatua a Rincewind, pero debido a la curiosa alquimia que suele aplicarse a esa clase de cuestiones delicadas, pronto la estatua se convirtió en una placa, luego en una mención en el Pergamino de Honor y finalmente en una moción de censura por no ir vestido como era debido.

* Es decir, en el que perdió.

[5] Los demonios y su Infierno son muy distintos de las Dimensiones Mazmorra, esos yermos paralelos e infinitos situados fuera del tiempo y del espacio. Las Cosas tristes y locas de las Dimensiones Mazmorra no tienen conciencia del mundo, sino únicamente un ansia de luz y de forma, y tratan de calentarse con los fuegos de la realidad agolpándose en torno a ella. £1 resultado es más o menos el mismo —cuando consiguen pasar al otro lado— que si un océano intentara calentarse con la llama de una vela. Por su parte, los demonios pertenecen al mismo comosellame espacio-temporal que los humanos, más o menos, y tienen un interés perdurable y profundo en los asuntos cotidianos de la humanidad. Resulta interesante que los dioses del Disco nunca se han molestado mucho en juzgar a las almas de los muertos, de forma que la gente solamente va a parar al infierno si es ahí donde creen en el fondo de su alma que merecen ir. Cosa que no harán si no saben de su existencia. Esto explica por qué es importante disparar a los misioneros en cuanto se les ve.

[6] Los demonios tienen un sistema de valores distorsionado.

[7] A Rincewind le habían contado que la muerte es como irse a otra habitación. La diferencia es que, cuando uno grita: «¿Dónde están mis calcetines limpios?», nadie le contesta.

[8] Esto se debe a que conectar enchufes, instalar estanterías, averiguar la naturaleza de los ruidos raros del desván y cortar el césped puede acabar incluso con la constitución más fuerte.

[9] Lo parecía de lejos. De cerca, no.

[10] Los juegos de pelota no se conocían en el Mundodisco en esta época.

[11] Mucha gente cree que tendría que haber sido una molécula de hidrógeno, pero eso contradice los datos de la observación. Todo el mundo que haya encontrado un batidor de huevos hasta entonces desconocido atascando un cajón inocente de la cocina sabe que la materia en estado bruto fluye continuamente hacia el universo bajo formas bastante desarrolladas, y que cobra existencia normalmente en los ceniceros, los jarrones y las guanteras. Elige su forma con el criterio de disipar sospechas, y sus manifestaciones más comunes son los clips sujetapapeles, los alfileres con que se venden las camisas, las llavecitas de las calefacciones centralizadas, las canicas, los trocitos de lápices, las piececitas misteriosas de aparatos para cortar la hierba y los álbumes antiguos de Kate Bush. No está claro por qué la materia hace todo esto, pero es evidente que tiene Planes.

También parece que a veces los creadores prefieren el método del Big Bang de construcción de universos, y que otras veces usan los métodos más suaves de la Creación Continua. De aquí se siguen estudios cosmopsicológicos que han revelado que la violencia del Big Bang puede provocarle a un universo graves problemas psicológicos cuando se hace mayor.

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