El segador (Mundodisco, #11) – Terry Pratchett

—Hay que pensar deprisa para mantenerse un paso por delante de los criminales internacionales de hoy en día, señor Poons —dijo.

—Bien hecho. Eh…, supongo que…, que no ha visto a nadie más por aquí, ¿verdad?

—No, esto es un aburrimiento de muerte —respondió el sargento. Entonces, recordó las circunstancias—. Sin ánimo de ofender —añadió.

—Oh.

—Bueno, pues me voy —dijo Colon.

—Claro. Claro.

—¿Se encuentra bien, señor Poons?

—Claro. Claro.

—No se irá a tirar al río otra vez, ¿verdad?

—No.

—¿Seguro?

—Sí.

—Oh. Bien. Pues nada, buenas noches. —Titubeó un instante—. Vaya, que despistado soy —añadió—. Hay un tipo, allí, que me dio esto para usted.

Le tendió un sobre sucio.

Windle escudriñó entre la niebla.

—¿Qué tipo?

—Aquél de…, vaya, se ha marchado. Era alto, un tanto raro. Windle desdobló el pedazo de papel, en el que aparecía escrito: OOOoooEeeeOooEeeeOOOeee.

—Ah —asintió.

—¿Malas noticias? —se interesó el sargento.

—Depende del punto de vista —sonrió Windle.

—Oh. Bueno. Bien. Entonces…, vaya, buenas noches.

—Adiós.

El sargento Colon titubeó un instante. Luego se encogió de hombros y echó a andar.

Cuando se hubo alejado, la sombra qué había tras él se adelantó y sonrió.

¿WINDLE POONS?

Windle no se dio la vuelta.

—¿Sí?

Por el rabillo del ojo, vio un par de brazos huesudos que se apoyaban en la baranda. Se oyeron los susurros tenues de alguien que se acomoda en un lugar. Luego se hizo un silencio tranquilo.

—Ah —asintió el mago—. Supongo que querrás que nos vayamos…

NO HAY PRISA.

—Es que, como siempre eres tan puntual…

DADAS LAS CIRCUNSTANCIAS, LA COSA NO VA DE UNOS POCOS MINUTOS.

Windle asintió. Se quedaron así un rato, en silencio absoluto, mientras a su alrededor la ciudad empezaba a despertar.

—¿Sabes? —empezó Windle—, esta otra vida es estupenda. ¿Dónde estabas?

OCUPADO.

En realidad, Windle no le prestaba atención.

—He conocido a gente que ni siquiera sabía que existiera. He hecho montones de cosas. He llegado a saber quién es en realidad Windle Poons.

¿Y QUIÉN ES?

—Windle Poons.

VAYA, HA DEBIDO DE SER TODA UNA SORPRESA.

—Bueno, pues sí.

DESPUÉS DE TANTOS AÑOS, Y TÚ NI SIQUIERA LO HABÍAS SOSPECHADO.

Windle Poons conocía muy bien el significado de la palabra ironía. Y también le resultaba familiar la palabra sarcasmo.

—Sí, para tí todo está muy bien —refunfuñó.

PUEDE.

Windle volvió a mirar el río.

—Ha sido estupendo —dijo—. Después de tanto tiempo…, es importante sentirse necesario.

SÍ. PERO… ¿POR QUÉ?

Windle pareció sorprendido.

—Ni idea. ¿Cómo quieres que lo sepa yo? Supongo que porque todos estamos metidos en esto juntos. Porque no dejamos a los nuestros ahí dentro. Porque llevas mucho tiempo muerto. Porque cualquier cosa es mejor que estar solo. Porque los seres humanos son seres humanos.

Y SEIS PENIQUES SON SEIS PENIQUES. PERO EL MAÍZ NO ES SÓLO MAÍZ,

—¿No?

NO.

Windle se volvió a apoyar en la baranda. La piedra del puente aún seguía cálida del día anterior.

Para su sorpresa, la Muerte también se apoyó.

PORQUE VOSOTROS SOIS TODO LO QUE TENÉIS —dijo.

—¿Qué? Oh. Sí. Eso también. Ahí fuera hay un universo muy grande y muy frío.

NI TE LO IMAGINAS.

—No basta con una vida.

YO NO DIRÍA TANTO.

—¿Mmm?

¿WINDLE POONS?

—¿Sí?

FUE TU VIDA

Y así, con gran alivio, una sensación de optimismo y la firme creencia de que todo habría podido salir mucho peor, Windle Poons murió.

En la noche, Reg Shoe miró a un lado y al otro, se sacó una brocha y un bote de pintura del interior de la chaqueta, e hizo una pintada en la pared que le quedaba más cerca: «Dentro de cada persona viva hay una persona muerta que sólo espera su oportunidad…».

Y entonces, todo acabó. Fin.

La Muerte estaba junto a la ventana de su oscuro despacho, contemplando el jardín. Nada se movía en sus silenciosos dominios. Los lirios negros florecían junto al estanque de las truchas, donde pescaban pequeños esqueletos de gnomos fabricados en yeso. A lo lejos, se divisaban las montañas.

Era su propio mundo. No aparecía en ningún mapa.

Pero, ahora, le faltaba algo.

La Muerte eligió una guadaña de la panoplia que colgaba en la pared de la gran habitación. Pasó junto al enorme reloj sin manecillas, y salió al exterior. Caminó por el bosquecillo negro, donde Albert estaba trabajando en las colmenas, y llegó hasta un pequeño promontorio, en los límites del jardín. Más allá, hacia las montañas, sólo había tierra informe. Habría soportado su peso, tenía una especie de existencia, pero nunca había encontrado motivos para definirla más.

Al menos hasta entonces.

Albert llegó junto a él. Unas cuantas abejas negras zumbaban aún junto a su cabeza.

—¿Qué estás haciendo, señor? —preguntó.

RECORDAR. ¿Eh? RECUERDO CUANDO TODO ESTO ERAN ESTRELLAS. ¿Cómo eran? Ah, sí… Chasqueó los dedos. Aparecieron prados, siguiendo las suaves curvas de la tierra.

—Dorados —señaló Albert—. Qué bonitos. Siempre había pensado que aquí nos vendría bien un poco más de color.

La Muerte sacudió la cabeza. No, aún no era lo que buscaba. Se dio cuenta de que allí faltaba algo. Los cronómetros de las vidas, la gran habitación impregnada con el sonido del tiempo al transcurrir era eficaz y necesaria. Hacía falta tener algo así para garantizar el orden. Pero también…

Chasqueó los dedos de nuevo, y apareció una suave brisa. Los campos de maíz se movieron, las espigas se inclinaron sobre la ladera.

¿ALBERT?

—¿Sí, señor?

¿NO TIENES NADA QUE HACER?

—Creo que no, señor.

ALGO LEJOS DE AQUÍ.

—Ah. Quiere decir que le gustaría estar solo —asintió Albert.

SIEMPRE ESTOY SOLO. PERO AHORA LO QUE QUIERO ES ESTAR SOLO A SOLAS.

—Claro. Me iré a hacer…, eh…, algún trabajo en el patio de atrás.

BIEN.

La Muerte se quedó a solas, contemplando el movimiento de las espigas ante la brisa. Por supuesto, no eran más que una metáfora, claro. La gente era algo más que el maíz. Vivían vidas pequeñas, ajetreadas, literalmente al son del reloj, llenando sus vidas con el puro esfuerzo de vivir. Y todas las vidas tenían exactamente la misma duración. Incluso las más largas, y las más cortas. Al menos, desde el punto de vista de la eternidad.

En algún lugar de su interior, la voz tenue de Bill Puerta dijo: desde el punto de vista del propietario, las largas son las mejores.

KIIIK.

La Muerte bajó la vista.

Había una pequeña figura a sus pies.

Extendió un brazo y la cogió. La levantó hasta la altura de sus órbitas oculares.

SABÍA QUE ME FALTABA ALGO.

La Muerte de las ratas asintió.

¿KIIIK?

La Muerte sacudió la cabeza.

NO. NO LO PUEDO PERMITIR —dijo—. NO TENGO INTENCIÓN DE CONCEDER FRANQUICIAS.

¿KIIIK?

¿ERES EL ÚNICO QUE QUEDA?

La Muerte de las Ratas abrió una pequeña mano esquelética. La diminuta Muerte de las Pulgas alzó la vista, avergonzada, pero con esperanzas.

NO. NO ES POSIBLE. SOY IMPLACABLE. SOY LA MUERTE. ESTOY… SOLO.

Miró a la Muerte de las Ratas. Recordó a Azrael, en su torre de soledad.

SOLO…

La Muerte de las Ratas le devolvió la mirada.

¿KIIIK?

Imaginad a una figura alta, sombría, en medio de un campo de maíz…

NO, NO PUEDES IR A LOMOS DE UN GATO. ¿QUIÉN SE IMAGINA A LA MUERTE DE LAS RATAS MONTANDO EN UN GATO? LA MUERTE DE LAS RATAS TIENE QUE IR EN UNA ESPECIE DE PERRO.

Imaginad más campos, un entramado de prados que se extiende hasta el horizonte, ondulando suavemente…

¿Y A MÍ QUÉ ME CUENTAS? NO TENGO NI IDEA. QUIZA UN TERRIER.

… prados de maíz, vivos, susurrando ante la brisa…

BUENO, Y LA MUERTE DE LAS PULGAS TAMBIÉN PUEDE HACER LO MISMO. ASI MATARÉIS DOS PÁJAROS DE UN TIRO.

… al ritmo del reloj de las estaciones.

METAFÓRICAMENTE.

Y, al final de todas las historias, Azrael, que conocía el secreto, pensó: RECUERDO CUANDO TODO ESTO EMPEZARÁ DE NUEVO.

Notes

[1] En el original inglés, la “broma” de ese Uno es afirmar que la gravedad podría “got a crush on [people]”, que tiene un significado doble: “perder la cabeza por la gente” y “aplastar a la gente” [N. del E.]

[2] En inglés, death (la muerte) no tiene asociado género alguno. Así, al resultar necesario por circunstancias de traducción, en los volúmenes anteriores se le confirió arbitrariamente el género femenino. A partir de esta novela se le asocia, por motivos evidentes, el género masculino. (N. del E.)

[3] En este caso concreto, a tres lugares mejores: las puertas delanteras de los números 31, 7 y 34 de Elrn Street, en AnkhMorpork.

[4] Al menos, hasta el día en que cogen de repente un abridor de cartas y, de una cuchillada, entran en la historia de la contabilidad forense.

[5] En el original, Windle Poons no pregunta por el plexo solar (porque ya sabría para que sirve si tiene que respirar), sino por el bazo (“spleen” en inglés).

[6] El puesto de «filósofo equino» era tan inusual como su nombre indica. En algunos centros docentes, es el principal filósofo entre los profesores, dedicado sobre todo a etapas oscuras del medioevo. En otros, se dedica a cuidar de los caballos. En la Universidad Invisible, el filósofo equino era un filósofo que parecía un caballo, y así conseguía unificar ambas definiciones.

[7] Es cierto que los no-muertos no pueden atravesar el agua corriente. Pero, de cualquier manera, el río Ankh ya es de por sí turbio, y cuando llega cargado por el lodo de las llanuras, y atraviesa la ciudad (pob. 1.000.000), no se le puede aplicar el término «corriente». En realidad, no se le puede aplicar el término «agua».

[8] Aunque en el Mundodisco no son muy habituales, es cierto que existen los anticrimenes, siguiendo la norma fundamental según la cual, en el Multiverso, todo tiene su opuesto. Obviamente, los anticrímenes son escasos. Por el simple hecho de dar algo a alguien, no se está cometiendo un antirrobo. Para que exista un anticrimen, hay que hacerlo de tal manera que cause ultraje y/o humillación a la víctima. Existen. por ejemplo, los asaltos-con-reparación-de-la-propiedad, las antidifamaciones (como en los discursos que se suelen pronunciar en muchas fiestas de jubilación), el antichantaje (como amenazar con revelar a los enemigos de un mafioso sus donativos secretos para obras de caridad). Nunca se ha sabido que un anticrimen recibiera su castigo.

[9] O sea, en cualquier zona que no fuera Las Sombras.

[10] Por ejemplo, las lluvias de peces eran tan habituales en el pequeño poblado rodeado de tierras de los Aparadores de Pino, que sus habitantes habían desarrollado una floreciente industria de ahumado, salado y enlatado de arenques. Y, en las regiones montañosas de Syrrit, las ovejas que quedaban en los campos durante toda la noche se encontraban a la mañana siguiente mirando en la otra dirección, sin que al parecer hubiera intervenido la mano del hombre.

[11] En el original, Ridcully es algo más gastronómico, pues pregunta si el Tesorero ha traído costillas de cordero o un buen pedazo de cerdo [N. del E.]

[12] El juego de palabras original que contenía esta frase, “Every body is welcome”, era intraducible:. Everybody is welcome significaria “Todo el mundo es bienvenido”, pero al separar la primera palabra el sentido cambia a “Cualquier cadáver es bienvenido” [N. del E.]

[13] Alguien que, con toda seguridad, pondrá sal y pimienta a cualquier alimento que se le coloque delante sea el que sea, a pesar de que ya esté aliñado e independientemente de su sabor. Los psicólogos conductistas que trabajan para las cadenas de comida rápida de todo el mundo han ahorrado miles de millones en cualquiera que sea la moneda local desde que advirtieron la existencia del fenómeno de la autocondimentación, y aconsejaron a sus jefes que no se molestaran en sazonar los alimentos antes de servirlos. Y esto es verdad.

[14] Se han escrito muchas canciones sobre la bulliciosa metrópolis. La más popular es sin duda «Ankh-Morpork! ¡Ankh-Morpork! ¡Había nombres más adecuados para ti!», pero hay otras también muy conocidas, como «Llévame lejos de Ankh-Morpork» o «Me temo que volveré a Ankh.Morpork». Y también está la antigua tonadilla popular «Qué peste en Ankh-Morpork».

[15] El tazón decía, por ejemplo, que pronto atravesarías una fase de dolorosas contracciones intestinales.

[16] La señora Cake era perfectamente consciente de que en algunas religiones había sacerdotisas. Lo que la buena mujer opinaba sobre la ordenación de las mujeres es impublicable. Las religiones de Ankh-Morpork que tenían sacerdotisas solían presentar un gran atractivo para multitudes de sacerdotes de otras confesiones, vestidos de paisano, que buscaban un descanso de unas pocas horas en cualquier lugar donde no estuviera la señora Cake.

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