***Excepto en la tribu Zabingo del Gran Nef, por supuesto.
[20] El lector atento ya habrá adivinado que era porque el rey estaba sentado allí. No porque el hombre hubiera pronunciado la frase «comienza a empezar» a sangre fría. Aunque habría sido justo.
[21] Mejor dicho, supervisando la carga del carromato. No podía prestar mucha ayuda física, porque el día anterior había resbalado con algo y se había roto una pierna.
[22] Hay una escuela de pensamiento que dice que los magos y las brujas no pueden ir a sus casas. Están equivocados.